Cuando
escribí sobre el susto que nos pegamos el lunes que pasó (ver post El Susto –
I) pensé que este episodio sólo tendría dos posts. Como va la cosa parece que
serán tres y, quizás hasta cuatro. Jamás esperé que fuera así… de hecho, recién
lo estoy procesando. Pero vamos por partes.
La noche
del lunes del susto fue una bastante complicada. Me costó trabajo dormirme. Yo
que andaba diciendo que no tenía síntomas de embaraza, se me vinieron todos de
golpe: sentía náuseas, dolor de espalda baja e incomodidad en la panza. No
encontraba la posición justa para dormir. Finalmente, pasadas la medianoche (no
se exactamente a qué hora) me quedé dormida. No me duró mucho la gracia porque
a las 3am estaba otra vez bien despierta dando vueltas hasta que me rendí y
decidí ponerme a leer sobre el famoso CVM que tenía positivo.
A cierto
punto me fui al baño y me puse a llorar. Lloré 3 minutos máximo (mientras
chateaba con mi mamá y una de mis mejores amigas) y luego volví a mi cama. Ya
eran las 5am y tenía pánico que Giulia decidiera despertarse a las 6:30am como
había hecho el día anterior…mi día martes se prospectaba bastante largo.
Amanecí a
las 7am, mareada y con nauseas. Creo que lo de la madrugada fue mi forma de
soltar el estrés del día anterior y mis repentinos síntomas de embarazo, la
forma de mi cuerpo (y de mi bebe) de decirme que todo estaba bien, que seguía embarazada
y que no pasaba nada.
Mi
investigación dio como resultado que me tranquilice por el virus este. Al haberlo tenido antes y ser solo una
reactivación, las posibilidades de contagio al bebe son realmente remotas.
Además, cabía una gran posibilidad de que fuera un falso positivo.
En
retrospectiva, quizás mi reacción del lunes fue exagerada, quizás aún la
rubéola en mi caso no hubiera sido tan grave porque también era una
reactivación y no una infección primaria, no sé y creo que nunca lo sabré pero
estando embarazada tengo derecho a asustarme y a estar sensible cuando leo
“aborto, muerte fetal y malformaciones” al lado de una enfermedad que
supuestamente podría tener.
La cosa no
quedó ahí. Estuve bastante tranquila toda la semana. Incluso leí en el libro
que consulté cuando estaba embaraza de Giulia que esto del CMV no era para
tomarse muy en serio cuando ya se tenía el virus en el cuerpo. Es más, me
enteré que en Lima ni siquiera incluyen este análisis dentro de los exámenes del
protocolo de embarazo. Todo esto me tuvo bien contenta hasta mi cita de hoy. Y
ahí empezaron los problemas.
Llegué a
la cita y la asistente que se equivocó con lo de la rubéola me pidió mil
disculpas. Luego de la típica medida de presión y análisis de orina de rutina
pasé donde el doctor que me comentó lo del CMV. Yo le dije que si sabía, que
había visto los resultados, y que yo ese virus ya lo había tenido en el cuerpo
desde antes. Al doctor poco le importo lo que dije, al menos eso sentí yo. Me dijo
que esta era una infección reciente y que me harían un nuevo análisis de sangre
para confirmar el resultado y que si salía positivo otra vez me tendrían que
hacer una amniocentesis en la semana 16. Luego de la palabra amniocentesis, yo
ya no escuché más, me quedé como bloqueada. Creo que le volví a preguntar, que
le dije que yo había leído que si era una reactivación no era tan grave pero él
insistió. Lo siguiente fue la ecografía para ver el desarrollo del bebe pero yo
seguía en automático. Estaba el corazón, según el doctor que todo bien, pero yo
ya ni me emocioné y me siento muy mal por eso. Ese momento es (o al menos
debería ser) uno de los más felices del embarazo, cuando sientes el latido,
cuando sabes que las probabilidades de que algo salga mal bajan muchísimo, pero
yo no lo disfruté. Yo me quedé con esa sensación de que algo no estaba bien y
no atiné ni a pedirle que me deje oír el latido o que los cuente para ver la
frecuencia cardiaca (como si hicimos con Giulia)
.
Yo tenía
hasta pensado que luego de ver el corazón le diríamos a Giulia de su hermanit@,
ahora ya no quiero hacerlo. Ahora tengo mucho miedo. En este momento sólo estoy
asustada.
Saliendo
del consultorio tocaba que me saquen sangre otra vez para hacer un test más exhaustivo
y confirmar el resultado del primer análisis. Qué cara habré tenido que la
señora del laboratorio me preguntó si me podía decir algo y, cuando le dije que
si, me dijo que no me preocupara. Le dije que no lo estaba hasta hace 20
minutos y le expliqué un poco y ella también se sorprendió de la propuesta de
una amniocentesis pero me prometió que, ahora que sabía más de mi historia, hablaría
directamente con el laboratorio y le contaría mi caso y que, dependiendo del
resultado, me dejaría hablar con el microbiólogo.
Ahora
tengo una angustia espantosa, lloro a cada rato y me da una tristeza horrible
pensar que, si se confirma el positivo (yo aún tengo esperanza en que haya sido
un falso positivo), voy a pasar las siguientes 9 semanas preocupada esperando
la amniocentesis. Yo que amo estar embarazada, que me siento tan bien, que disfruto
tanto este proceso de crear vida. Y es que ahora que el tema fue mencionado, ya
no creo que podría no hacerme el examen, no creo que podría vivir con la duda
hasta el momento del parto, no aguantaría de ninguna manera preocupada otras 33
semanas. Es más, más de 33 semanas, todos los años siguientes, pendiente de que
pueda aparecer algún rastro de contagio, algún síntoma, algún atraso en el
desarrollo de mi hij@. Ahora que al doctor le pareció que la gravedad puede ser
tal como para ameritar un test así de invasivo, no podré quitarme de la cabeza
el asunto y siento que tengo que saber a ciencia cierta si el riesgo se hizo
realidad, si mi bebe se contagió de mi.
No
entiendo por qué el doctor tuvo que mencionar la amniocentesis así, por qué no
esperar al menos hasta confirmar el resultado y darme al menos una semana más
de paz, por qué no me dejó disfrutar del latido del corazón de mi hij@. Yo sigo
pensando que no se ha dado cuenta siquiera de que yo ya tenía el virus dentro
(y si es así, lo que ha hecho es imperdonable), estoy casi segura que no me
escuchó (y obviamente lo volveré a mencionar en algún momento cuando se vuelva
a discutir la amniocentesis). Al menos eso quiero creer.
En fin,
mañana será otro día y espero de todo corazón que el paso de las horas me
traiga paz y calma (y paciencia), como pasó luego de que me asustara la primera
vez el lunes; que pueda quitarme de encima este pensamiento negativo de que
algo no anda bien, que pueda replantear mi perspectiva pesimista de hoy y pensar
en las ventajas de una amniocentesis (como saber con 100% de seguridad a las
semana 16, cuál es el sexo de mi bebe) y en que aún después de la amniocentesis,
todavía me queda mucho embarazo para estar feliz y tranquila.
Yo sólo
quiero disfrutar de esta nueva (en este momento no tan) dulce espera…
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