Fue tan
buena mi experiencia en el parto anterior (la pueden leer aquí)
que en ningún momento en este embarazo he tenido miedo del parto. Siempre he dicho
que quiero que sea como el primero con las pequeñas “mejoras” que me fallaron
con Giulia. Me gustaría que fuera natural de verdad (o sea no inducido) y, de
preferencia, no medicado (léase, sin epidural). Me muero de la curiosidad de
sentir que empieza el trabajo, que “ya es hora” y saber cómo se siente una
contracción “natural”. Se supone que las contracciones inducidas son más
fuertes que las naturales y por eso quiero saber cómo es una natural (porque la
verdad las inducidas no me parecieron taaaaaan graves…al parecer mi umbral del
dolor es alto, me lo han dicho siempre).
Claro, no
le tengo miedo al parto pero tampoco es que no me genere ciertos nervios. A
nadie le gusta sentir dolor y obviamente a mí tampoco pero creo que quiero ver
a mi cuerpo hacer lo que debe y sabe hacer. Dar a luz es algo tan natural que me
gustaría ver a mi cuerpo en acción, quiero dejarlo hacer su trabajo sin
interrupciones y sin interferencias. Yo sé, a mucha gente le parece una locura
esto y no entienden por qué querría hacerme esto y no facilitarme la vida con
una epidural pero no, para mí es como un proceso que me gustaría vivir, quiero
saber qué se siente y si pasar por eso afecta de alguna manera la forma como
uno se siente respecto a su hijo una vez que nace, respecto a una misma. En
fin…
Con la
finalidad de repetir la experiencia esta vez me preocupé desde el principio de
congregar a los mismos actores de la vez anterior: misma clínica, mismo doctor,
misma enfermera obstétrica. El primer obstáculo fue que la doula que me acompañó hace 2 años y medio ya no vive en Budapest
sino en Estados Unidos. Ya ahí no más empezamos con las dificultades.
El punto
con todo esto es que un parto (como casi todo en la vida) es impredecible y
nunca se sabe cómo va a pasar todo. Y eso está bien, me pasó la primera vez y
no colapsé, tenía contemplado que podía ser así y digamos que las cosas que
para mí eran más importantes (como dar de lactar inmediatamente y tener a
Giulia conmigo lo más posible después del parto) se dieron. Por sugerencia de
mi doula (y por un poco de sentido
común) hice una lista de las cosas que quería en orden de prioridad para saber
cuáles eran aquellas por las que pelearía hasta el final y cuáles las que podía
dejar pasar. Y a pesar de la inducción y la epidural, sentí que fue el parto
que quería.
A pesar de
eso, creo que la emoción de este segundo embarazo y la idea de que el segundo
es “más fácil” o que “ya sé cómo es” me hicieron perder de vista que aun
juntando a los mismos actores, el guion podría cambiar radicalmente. Que las
cosas que pueden salir “mal” todavía son muchas, muchas más de las que me
fallaron la vez pasada (o mejor dicho, las mismas salieron más la vez pasada
más aquellas que pudieron salir mal y no pasaron). Y aunque las cosas “no
negociables” creo que las puedo tener en todos los casos, digamos que la
experiencia podría ser no “tan buena” como la anterior.
Felizmente,
alguien me hizo notar esto hace ya varios meses, casi al principio y ya en mi
cabeza me he hecho a la idea de que quizás la experiencia no se repita o, más
claramente, no sea tan buena porque está claro que igual no va a ser de ninguna
manera. De todas formas, como siempre, aunque soy consciente de los posibles
“problemas”, espero el mejor escenario… no hay razón para preocuparme por cosas
que no puedo controlar…. Además, mi doctor me dijo que una de las razones por
la que mi primer parto fue tan bueno es porque soy una optimista… y eso es algo
que sí puedo controlar y que pretendo mantener hasta (espero) el último
momento.
Pasando a
la parte práctica. Ya tengo doula (me
tenía un poco decepcionada pero ya la quiero otra vez), ya hablé con la enfermera
obstétrica y ya tengo su teléfono para llamarla apenas empiece el movimiento,
ya hablé con el doctor. Ya les di mi plan de parto y todos estamos en la misma
página.
Ya comencé
también a tomar las pastillas homeopáticas que me recomendaron en el embarazo
anterior y que no se si ayudaron o no en el parto pero, nada pierdo con probar
otra vez. De hecho, mi doula (que se
llama Ágota) es también experta en homeopatía y pienso llevar las pastillas al
parto mismo…dicen que hacen diferencia.
Lo del
sueño sigue de mal en peor…o al menos es impredecible. No se cómo será cada
noche pero ya básicamente duermo sola (o Alberto o yo nos mudamos al cuarto de
huéspedes) y me va mejor… Todas las noches empezamos con la buena intención de
dormir juntos pero al final no funciona. Hoy que vino Ágota (que también es
profesora de yoga) me hizo una clase veloz con posiciones que me podrían ayudar
a relajarme para dormir (y otras para el parto) así que veremos cómo me va.
¿Se
acuerdan lo lindo que era que ahora tenía tiempo para mi y para despatarrarme
en la casa? Pues ya no tengo tanto: ya empecé a tener las citas interdiarias en
las que me monitorean la panza con el test “anti estrés” que mide los latidos
del corazón de Chiara, sus movimientos y las (hasta ahora inexistentes)
contracciones de mi útero. Y si me paso de mi fecha que es el 24, tendré que
empezar a ir todos los días. Por el momento todo va bien, cero movimiento (como
con Giulia) pero la diferencia es que esta vez sí siento cosas que con Giulia
no sentí: calambres inesperados en la ingle que me hacen pararme a sobarme, la
panza más dura (pero creo que porque siento más bebe que antes… no se si es la
posición o qué pero yo me siento más llena de bebe), dolores de espalda más
notorios…
Según el doctor que es grande (tampoco inmensa pero no es chiquita),
que ya debe estar en los 3.2kg y para el miércoles pasado medía ya como 50cm
según su fémur (de hecho, su cabeza medía ya 9.56cm así que ya le dije que deje
de crecer…¡¡o al menos que le deje de crecer la cabeza!!).
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