martes, 25 de noviembre de 2014

¡Y es…una NIÑA!

Ayer nos dieron los resultados del Prenatest, me llamaron del centro médico y me dijeron que todo había salido con valores normales, que nuestro bebe está bien y sin ningún problema cromosómico. Segundos después me preguntaron si quería saber ya el sexo. Les dije que sí, obviamente, teníamos 10 días esperando. “Es una niña”, me dijo la señora del laboratorio. Minutos después me llegaba por correo la versión electrónica de los resultados.

Debo reconocer otra vez que si tuve un momento de decepción. Tanto Alberto como yo queríamos un niño. La verdad no se bien por qué. Justo hoy lo estaba pensando, ¿por qué esas ganas de tener un niño si tener una niña es tan lindo? Quizás porque yo vengo de una familia en la que éramos niño y niña, quizás por esa idea tan común de tener la famosa “parejita”. Creo que es por querer tener las dos experiencias, por saber la diferencia –si es que las hay- de criar un niño o una niña. La verdad no estoy segura. Pero de alguna manera me molesta ese momento de decepción, me molesta no haber saltado hasta el techo de la alegría gritando “¡Otra niña! ¡Yeeeeeeee!”. Y me molesta aún más porque esta fue probablemente la última oportunidad para saltar (y porque ya desperdicié también la primera que tuve hace dos años y medio).



Cuando estaba embarazada de Giulia quería que fuera un niño también. En ese caso sé que era porque yo de chica decía que me hubiera gustado tener un hermano mayor para que me cuide. Creo que no era que quería un hermano más, sino que mi hermano fuera mayor que yo. La verdad no me acuerdo con tanto detalle qué pensaba en ese momento pero sé que de ahí es que venía la idea de tener un niño primero y una niña después. ¡Ah! Y también era porque, por alguna razón, sentía que criar a un niño es más fácil que criar a una niña. Ya no estoy tan segura de esto último tampoco.

Luego que supe que Giulia era Giulia, y superar mis horas de shock (en una ecografía anterior me habían dicho que lo más probable era que fuera niño –ver http://recuentodeunaespera.blogspot.hu/2012/07/poniendome-al-dia-parte-1_24.html), y más aún luego de tener a Giulia, me di cuenta que en verdad no importa qué sea, que uno quiere tanto a sus hijos que no importa qué son o cómo son, lo que importa es que son tuyos y basta. Genuinamente decía que ya no me importaba más qué sería el segundo hijo que tuviera, y lo decía de corazón, totalmente convencida. Realmente lo sentía así. Me lo preguntaron más de una vez y siempre respondí, con total honestidad, que ahora que sabía lo que se sentía por un hijo, me daba exactamente igual si era niño o niña… Y luego salí embarazada y, otra vez, en el fondo anhelaba que fuera un niño. ¿Por qué? No lo sé, pero seguiré meditando al respecto.

Esta vez, como de costumbre, mi instinto estuvo mudo, yo no tenía ni media corazonada ni idea de qué sería. Por un lado, a veces sentía que si podía ser un niño, cuando pensaba en su nombre elegido y lo decía en voz alta, me sonaba bastante real que pudiera tener un Adriano en mi panza. Por otro lado, por el timing de la concepción y lo que dicen sobre cómo es más probable tener una niña o un niño, sabía que lo más posible era que fuera una niña (aunque hay más de un factor que afecta el sexo del bebe así que tampoco era una certeza esta). Encima, en la última ecografía se vio claramente algo entre las piernas pero el mismo doctor dijo que no se atrevía a decir nada porque podía ser el cordón (pero claro, ya el bicihito nos los había puesto con la posibilidad de que fuera hombre, aunque yo no me lo creía). Igual, era claro que algo dentro de mí me decía que no era un niño porque todos los días me la pasaba buscando nombres de niña, como que sabía que nuestra búsqueda no había acabado y que, muy probablemente–salvo que algo nos anime a tener un tercero- , el nombre Adriano no sería usado en la familia Monguzzi Ferradas.

Ya pasaron justo 24 horas desde que supe que es niña y cada minuto que pasa me siento más contenta. Me puedo imaginar a Giulia cuidando a su hermanita (por ahora sin nombre) y a las dos de la mano en el parque o jugando a las comiditas (es lo que últimamente le gusta a Giulia, hacer pizzas y salchichas con su plastelina). Todas mis amigas que tienen hermanas están súper felices y me dicen que va a ser perfecto, que probablemente sean muy buenas amigas, que ellas disfrutaron mucho tener una hermana. Y algunas de las que no tienen me dicen que siempre quisieron una. Yo no tengo hermanas y no recuerdo haber querido tenerla (quizás porque tuve a mi mejor amiga literalmente desde que nací y crecí con ella) así que no sé exactamente cómo es tener o querer tener una hermana y quizás sea por eso que no se apreciar el hecho de darle una hermana a Giulia.


Sea como sea, estoy segura, convencida, no me queda la menor duda, que en unos días más (y más aún, cuando conozca a mi hija) voy a tener la misma certeza y me voy a sentir igual que cuando tuve a Giulia y decía y sentía y sabía que nada importaba, que no podría querer a otro más de lo que la querré a ella. Y cada minuto que pasa estoy más feliz por Giulia, porque ella si va a tener la experiencia de tener una hermana que será su compañera de juego primero y de vida después; con quien compartirá todo y que será su cómplice y, ojalá, confidente y mejor amiga también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario