viernes, 14 de noviembre de 2014

El susto – Parte III

Y sigue la historia. ¡Y tiene final feliz!

Debieron haber sido cuatro capítulos del susto pero resumiré los últimos dos en uno. Tal y como pasó con el primer día del susto, cuando me dijeron que era rubeola y resultó siendo citomegalovirus, creo que mi reacción ante la amniocentesis pudo ser más racional…pero una vez más, estoy embarazada y tengo derecho a asustarme y a no ser racional al menos por unas horas. Al día siguiente de mi cita con el médico, luego de leer todo lo que necesité leer y de prometerme a mí misma no leer ni una palabra más, estaba mucho más tranquila. Había casi decidido que no me iba a hacer ninguna amniocentesis y que, en caso cambiara de opinión me la haría en Lima, donde tendría la ayuda de mi mamá para el periodo de recuperación.

En los días que siguieron me la pasé tranquila, esperando los resultados del nuevo examen de sangre para saber exactamente cuál era la situación y, para luego de tenerlos, buscar una segunda opinión. También me la pasé cambiando de opinión sobre si me iba a someter al procedimiento o no, cambiaba de opinión con frecuencia pero siempre me inclinaba más al “no”. Una semana después de la cita, llegaron los resultados y, como para hacer la cosa menos clara, salieron “no específicos” (¿?), léase, por alguna razón no podían determinar bien el positivo o el negativo. Justo lo que nos faltaba.

Con estos resultados en mano, el papá de una amiga argentina, que es ginecólogo, le dijo que aunque era una reinfección y el riesgo bajo, él no descartaría hacer la amniocentesis. Yo insistía en que muy probablemente no me la haría. Luego de algunas semanas tuve mi nueva cita con mi médico quien, una vez más insistió con el tema. Yo le dije que no estaba convencida de hacerla porque el riesgo de contagio no me parecía que valiera un intervención así de invasiva (y con el mismo porcentaje de riesgo de pérdida que le riesgo de contagio del bebe). Me dijo que lo pensara y que volviera en 10 días para la ecografía genética (en la que se descarta el síndrome de Down y otros problemas cromosómicos), me dijo que pensara además en la posibilidad de hacerme el Prenatest (un examen genético que con sólo sacarte sangre determinan problemas cromosómicos con más precisión que con el test cuádruple).

Luego de esta cita consulté con especialista fetal en Lima que me dijo que, por su experiencia y por el momento de la reinfección, veía muy poco probable que el bebe se hubiera contagiado del virus pero que él también haría la amniocentesis para estar cien por ciento seguro. A este punto me empecé a cuestionar si debía seguir siendo tan terca e ir en contra de todos los médicos con mi negativa a someterme al procedimiento. No estaba preocupada por el bebe, yo sé (no me pregunten por qué) que está bien y que no tiene ningún virus pero me dejaba una sensación rara ser tan rebelde e ir en contra de la corriente (no es muy usual en mi). Ya casi estaba por ceder a hacerme el examen en Lima, cuando tuve mi siguiente cita con mi médico.

La cita fue el miércoles 12 último. En un gesto muy humilde que tengo aún que agradecerle por escrito (porque creo que en ese momento no se lo agradecí lo suficiente), mi doctor me dijo literalmente que “había hablado con médicos que saben más que él, que se había ido a uno de los hospitales públicos y había conversado con un especialista especifico en citomegalovirus y toxoplasmosis, llevándole todos mis resultados. El especialista le había dicho que en mi caso no era necesario hacer ningún procedimiento adicional y que me deje en paz”. Se acabaron mis problemas y mis dudas, ya tenía una opinión realmente experta que me decía justo lo que yo había leído y lo que yo sentía era lo mejor. Ya no tenía que ir contra la corriente y ser la contreras. En lo que si insistió el doctor fue en que me haga el Prenatest –test que en verdad no considero tan necesario, sobre todo porque la ecografía salió súper bien. pero ya que había ganado una batalla (y que el seguro paga este examen moderno), decidí no luchar esta (además, ¡la idea de saber el sexo del bebe con 100% de probabilidad me gusta!). Así que el famoso susto tuvo un final feliz, ya no me tengo que romper el cerebro sobre si hacerme o no la amniocentesis (lo que más nervios me daba del procedimiento era asustar al bebe, una amiga me había contado tiempo atrás que cuando se la hicieron a ella, en el momento que el bebe vio entrar la aguja, se tapó la carita para protegerse), sobre si vale la pena entercarme con el tema, o sobre nada. Yo se en mi corazón que el bebe está sano y, en todo caso, lo haré revisar apenas nazca para que se haga lo que se tenga que hacer si es que se contagió (no hay nada que se puede hacer mientras está en la panza).


Por ahora estamos a la espera de los resultados del Prenatest que deberían llegar (porque llegan de Alemania, a donde se manda la muestra de sangre) en unos 8 días hábiles y así confirmar que todo está perfecto y saber si es Adriano o NN (no tenemos ni idea de cómo se llamaría en caso de ser mujer).

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